“¿No quisieras irte con esta tía vieja?”. Así me dijo hace como cinco años una octogenaria señora que veía por primera vez y a quien me une el saberla hermana de mi abuela.
Cuando la Revolución se estrenaba ella, su esposo y sus hijos decidieron que no iban a averiguar de qué iba el “gobierno de los Castros”; mar por medio pusieron su mira en el vecino del Norte donde la familia siguió creciendo, y las distancias también.
Durante los muchos años que separan su ida de sus visitas logró que el más guajiro de todos los Hernández subiera varias veces el avión que acercaría al menos a dos de los hermanos.
Yo que llegué cuando hasta mi abuela- la mayor de todos los hermanos y la que crío a los demás- había muerto sabía de la tía su nombre y su lugar en el árbol genealógico familiar.
Hace unos años quiso venir, quizás por última vez, para ponerse al día con la familia que tierra adentro había puesto sus sueños dentro de la isla, y para visitar la tumba de los que había visto morir solo en cartas . Fue cuando lanzó la pregunta ante la mirada impactada de mi madre.
Cómo explicarle a quien no te conoce, y no se imagina que haya alguien que no pueda desear voltear la página de la Cuba revolucionaria, que no le interesa; que lo que es lo extrae de este suelo y lo lleva prendido a su ser… no lo haces, dejas pasar la interrogante con una risa y cambias el tema. Con casi 90 años no se puede cambiar la cosmovisión de nadie.
Entonces fue que entendí el fenómeno de la emigración en aquellos años donde se formaban al mismo tiempo, una nación y una reacción a todo lo que crecía en ella. Ese otro bloqueo, el que va más allá de lo económico, de la tasa del mercado, de las relaciones bilaterales había levantado muros dentro de un mismo hogar.
Por eso tía Nena no era un nombre habitual en nuestras comidas de domingo, ni en las historia de la infancia de mis mayores, era simplemente un pasado imperfecto, era, a la vuelta de tantísimos años, un miembro de la familia que parecía un extraño en la mesa.
Es que hay comuniones que van más allá del simple pedazo de pan, y hay bloqueos que embargan familias, recuerdos…y vidas, perdidas a tan solo 90 millas.
Mucho animo desde España,os sigo desde el principio con mucho cariño!! intento difundir vuestra comunidad virtual,para que esta herramienta tan potente mayoritariamente os traiga beneficios ! conozco vuestro pais ,me siento muy comprometida y prometi solidarizarme .Leer que eres de Camagüey me trae recuerdos muy bonitos,saludos
Idoia, gracias miles, y mariposas cientos para ti. Me alegra que te llegues a este capullo de amigos, y más todavía que te decidieras a comentar, un abrazo infiniti para ti. regresa siempre.
Tienes razón: ¡Tan sólo 90 millas!.
Un abrazo,
Jesús
Otro para ti, y mariposas
La fuerza que trasmites, es mucha!sigue asi ,hay mucho camino por recorrer.Llevo años por la red y encontrarte me ha gustado,me interesa el empoderamiento de la mujer y amo cuba!!asi que mariposilla eres la mezcla perfecta!!! muxus !!
Gracias Idoia. A mí también me ha gustado encontrarte. Bravo por las mujeres!!! y por mi Cuba hermosa!!!. Un abrazo de mariposa
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Hay bloqueos que embargan hasta los sueños si uno se deja, Mariposa.
Si, pero no podemos dejarlos.. hay que seguir soñando, creando, viviendo…. mariposas hermanas para ti, Rosy
Mariposas, amor.
Sabes que esto de la comida familiar los domingos me sacó un post medio triste? Lo programé para mañana. 🙂
Lo leeré el lunes a primera hora… un abrazo