Y puede ser que que existan las casualidades, y con un un café o una pizza, el mundo comience a crecer, a llenarse como la Luna llena.
Y, de casualidad, dejes tu marca, tu huella, tu forma: una canción, una ciudad, un libro… un sueño.
Y, quizás, casualidad mediante, los caminos se crucen, se aferren, se imanten y descubramos que, casualmente, antes todo fue un ensayo para este final.
Y tal vez, sean setenta las casualidades que nos lleven a un amanecer.