¡Esto es Cuba!

En medio de tanta postmodernidad, de las leyes del mercado, de la oferta y la demanda, del efecto trap… hay certezas que una cree inamobibles. Las esencias de un país construido sobre el sudor, la constancia y los valores de sus propios hijos.

La Revolución nos dio instrucción a todos, mientras que  a  esa otra revolución formadora que tiene que ser el hogar le toca dar siempre los primeros pasos en la educación en valores de todo individuo.

Hace un tiempo el periodista Enrique Ubieta relataba en uno de sus textos como un “hombre desaliñado, sucio, que quizás también regresaba de su jornada laboral” lo movilizó a él y a otra persona que pasaban cerca del Capitolio habanero para socorrer a una persona tirada en el suelo que suponía tenía un ataque de hipoglicemia.

La historia se desencadenó así: “El cuarto transeúnte siguió de largo y todavía se atrevió a decir ‘dejénlo, no es asunto de ustedes, si le pasa algo se van a complicar la vida’. ‘Hay que ayudarlo’, respondió el tercero en llegar. Y el primero, el que nos detuvo con su letanía hipoglicémica gritó ‘oye, ¡esto no es Estados Unidos. Esto es Cuba!’ Entonces vimos llegar el carro. Los tres bloqueamos la calle he hicimos señas. Después lo cargamos entre todos, y el vigía, el salvador anónimo, se montó junto al posible enfermo en el asiento trasero (…)”.

Para mí era eso, una historia. Sin embargo a mí me tocó presenciar dos temporadas diferentes: en ambos casos salieron varias personas a plena calle General Gómez, con diferencia de tres cuadras, a parar un carro por una anciana accidentada (una ensangrentada por una caída y otra en brazos ya sin conocimiento), y no solo los choferes hacían caso omiso de la desesperación en el rostro de las personas sino que hasta hubo quien alegó, por señas, estar demasiado apurado como para parar.

Más allá de que el ordenamiento jurídico del país señala este hecho, la negativa de prestar auxilio, como un delito resulta una alarma, por la gravedad en la raíz, la conducta deshumanizada de quienes pasaron por tan céntrica calle, los hechos ocurrieron en menos de un mes.

La solidaridad que mostramos hacia fuera de las fronteras y que tantas veces vivimos en el barrio, entre vecinos, no pueden ser elementos aislados. Menos en una sociedad como la nuestra, que se sustenta en principios de esencial humanismo.

Por suerte, un joven en un lada particular al amanecer de un domingo y un chofer de un carro estatal en la tarde de un martes me probaron que esto sigue siendo Cuba.

Acerca de lamariposacubana

Periodista. Adoro las mariposas y a mi familia (la de sangre y la que la vida ha puesto delante de mí: los amigos). Me encanta escribir. Orgullosa de ser hija, amiga, tía y hermana. Redondamente feliz de ser cubana.
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