Este es un post redundante. No me voy a disculpar por eso. Miles de mariposas huelen a ellas, mis hermanas, porque al final del día la única verdad irrebatible es la familia.
Llegamos cada una a la vida de la otra cuando nuestros 19 años nos dejaron elegir voluntariamente unirnos en un clan a prueba de todas las ruindades humanas.
Seis años después hemos crecido juntas, lloramos y reímos en el hombro, antes ajeno, que llega sin pedir permiso, y le hacemos jugarretas a ETECSA para que la distancia física nunca nos robe el abrazo.
El diarismo de una casa y una profesión impone retos a nuestras “asambleas de patriotas”, pero no “hay pitirre en el alambre” que nos separe. Por eso, sacamos el máximo de los minutos que les ganamos a nuestro favor.
Así, tendimos puentes a La Habana en su momento, y hoy alumbramos noticias en Guáimaro, o nos creamos un día local de la amistad solo para vernos 1 hora más; por eso no perdemos oportunidad de andar como urracas y de formarnos en V, porque al final del día somos una para todas y todas para una.