Hace 13 años mi Tati, mi hermanita querida, me hizo madre de su hijo. Entonces, cuando había un Dios en mi vida juré ante él proteger y cuidar siempre de aquel bebé de 28 días de nacido que estaba en mis brazos.
Con el tiempo Él se fue apagando pero mi Rafelito me crecía más en el pecho.
De niño mucho me hacía reír cada vez que me decía “tía-madrina” porque para él tenía dos roles a la vez en su vida.
Luego “Tito” mismo decidió zanjar el conflicto y comenzó a llamarme “madrina” y aún me deja morderle las orejas y apretujarlo como si a sus casi 14 años siguiera siendo el mismo chiquillo de ayer.
Y es que mi niño es bueno y noble… nunca deja de sorprenderme. Desde hace 14 años recibo una postal y un beso enorme el Día de las madres, incluyendo las primeras que llenaba mi hermana por él, y aquella que a los tres años dictó o la que garabateó a los seis… hasta la de este mayo que me arrancó lágrimas y miles de abrazos… y fue que entendí de verdad por qué hay quien se siente madre sin necesidad de haber parido.
Sé lo que sentís. Tengo una ahijada que hace lo mismo. Somos unas afortunadas!!
Así mismo. Abrazos y mariposas para nosotras las madrinas