Para abrazar hacen falta brazos pero también manos fuertes. De ésas que no te dejan caer, de ésas que te levantan y te dan ánimo como tan solo su presencia.
Ésas manos y esos brazos fueron a parirle seguridad y sustento firme a quienes habitamos este archipiélago allá, en las mismas entrañas del monstruo, y eso es algo imperdonable, por lo menos si lo hace Cuba y es para defenderse.
Para quienes intervienen humanitariamente con armas ellos son espías; para quienes les debemos nuestra tranquilidad y nuestro sueño sereno, y para gran parte de la humanidad son Héroes.
Son las personas que abandonaron todo y dejaron su vida detrás. Son las manos que nunca han dejado de construir una escuela, una policlínica una calle; los brazos que han levantado banderas al firmamento, y han marchado en la primera fila de los que están dispuestos a darlo todo, una vez más, por este empeño irreverente y cubanísimo de 50 años construyendo un país, una utopía para muchos, una realidad perfectible para los que habitamos este lado del bloqueo.
Por ellos, por René, Gerardo, Ramón, Antonio y Fernando hay que levantar las manos y los brazos, hoy nos toca a todos luchar por ellos, darlo todo, poner todo el empeño; a veces a la justicia hay que ayudarla a ser justa, y para eso hay que unir todos los brazos y todas las manos.