Al Turquino

Desde Holguín vino la propuesta, y cinco prestados (la alita, la nube, el súper, el turquinauta y yo) no esperamos mucho para sumarnos a la expedición a la mismísima entraña más alta de Cuba.

Al Turquino, para allá vamos un grupo de necios, de locos que no se despegan del corazón de este archipiélago, que lo queremos verdadero, polémico, heterogéneo.

Vamos a aprender de los unos y de los otros, a ponerle rostro a los amigos vía Facebook y Twitter y a querernos todos como una gran familia, que ya somos, más allá de la Web 2.0.

Hasta ahora voy de post en post, de mensajito en mensajito, de hurtadilla ando por las redes, enterándome de quiénes van, de cuántos ávatar conocidos hay entre los alpinistas.

Me emociona el viaje, desde la misma ciudad que nos abre el comienzo de la aventura: Santiago, tierra nuestra muy singular y que hace años no abrazo su calor, su gente, su belleza pocas veces reconocida.

De La Mula sí tenemos experiencias las tres feminas camagüeyanas: frío en lo noche, bastante, así que las sábanas no van a sobrar, un mar y un río de película, hermosos, un paisaje encantador y un gigantesco Turquino custodiando el espectáculo natural.

Cuento los días y las horas, para acercar más a los amigos que están a la vuelta de un clic, y para medirme con mi asignatura pendiente: el realísimo Pico Turquino.